jueves, 14 de mayo de 2015

Y para finalizar...

“Un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo. La educación es la única solución.” Malala Yousefza l (Premio Nobel de la Paz 2014)

La educación es y debe ser para y a lo largo de toda nuestra vida, es una vía de transmisión de nuestra cultura de una generación a otra, y aquí la sociedad tiene mucho que decir, y debe hacerlo.  Los nuevos tiempos, la multiculturalidad, la tecnología, las nuevas sociedades, exigen nuevos métodos, nuevas experiencias educativas, nuevos currículum. Debemos, por lo menos, aceptar que la educación es un valor en sí mismo, que no debería estar sujeto a las condiciones políticas del momento, que lo que es bueno, aceptable, innovador para aquellos que pueden pagarlo, también lo es y debe ser para aquellos que acuden a la enseñanza pública, más allá de las aburridas clases magistrales.

Hemos visto como ya en el siglo XIX se produjo un gran avance en cuando a la importancia de la educación y las ideas educativas, y España supo aceptarlas y desarrollarlas, con un espíritu de libertad y preocupación por el individuo. Como, en los inicios del siglo XX se realizaron proyectos educativos diferentes a lo habitual en la época. También, y especialmente interesante, lo que supuso la educación para la II República, el gran interés para que llegara a todos y todas, para que la población, en general, pudiera disfrutar del placer de aprender, de conocer y la difusión de la cultura. Merece especial comentario el esfuerzo realizado por las Misiones Pedagógicas en ese afán, con la creación de diferentes secciones para acercar la cultura al pueblo. Pero para mí, la mejor de todas sin duda, “Museo del Pueblo”, en donde el Arte y su difusión era el elemento central. Desgraciadamente, todos estos avances educativos se vieron frustrados tras la guerra civil y la llegada al poder del franquismo, desapareciendo de forma brutal, no solo las experiencias educativas llevadas a cabo, sino también aquellos y aquellas  que colaboraron en ello, siendo perseguidos, humillados, desaparecidos, y en muchos caso, debiendo abandonar aquella profesión en la que creían, ser maestros. Esta etapa supuso el fin del siglo de oro de la educación española, para adentrarnos en una época en la que la educación fue subsidiaria para el Estado y pasó a manos de la Iglesia.

También hemos visto cómo se han llevado a cabo experiencias diferentes: La Escuela de Ferrer i Guardia, la Escuela Moderna, El proyecto innovador de los Jesuitas en Cataluña, etc., y hemos analizado a algunos de los personajes que colaboraron en el desarrollo de sus ideas educativas.

Es preocupante, como ya en el siglo XIX, Jules Ferry defendió la “enseñanza pública, laica, obligatoria y gratuita” y fue perseguido por ello. Y como, todavía, más de cien años después, seguimos reivindicando esos mismos principios. Aunque parece que ya nadie cuestiona el derecho a la educación de todos/as, no ocurre lo mismo ni en la forma, ni en el contenido, ni el lugar, en el que ese derecho debe ejercerse. Parece que lo público y laico, es una idea que, todavía hoy en día, sigue asustando a muchos, es como si hubiéramos avanzado poco en este terreno.

Se han realizado experiencias educativas que han supuesto un cambio respecto al modelo tradicional de la enseñanza, basadas en teorías y pedagógicas desarrolladas en los inicios del siglo XX, como por ejemplo en la Institución Libre de Enseñanza, y que supusieron un importante avance (proyecto innovador de los Jesuitas, la escuela estilo), pero desgraciadamente, siempre desarrolladas en centros privados, a los cuales no todo el mundo tiene acceso.

Debemos conseguir avanzar educativamente. La educación no debe estar sujeta a los cambios  de los diferentes gobiernos, con legislaciones cambiantes, en las que se potencia solo el interés del gobierno y no el interés general.

La educación debe dejar atrás el lastre de la clase tradicional, de la clase magistral, y tener en cuenta las exigencias de las nuevas sociedades. Adaptar nuestro currículum a los nuevos tiempos, lo que no debe suponer de ninguna manera, la desaparición de aquellas áreas de aprendizaje ligadas tradicionalmente a las humanidades, como es el caso de la Historia del Arte. No debemos olvidar, que en el Arte se refleja nuestra sociedad actual y las pasadas, y que es necesario potenciar la cultura como un elemento de análisis y crítica. Y todo ello debe desarrollarse primero en el ámbito público, en la educación pública, en aquella a la que todos y todas tenemos derecho a disfrutar en la mejor condición.

No puedo acabar sin mencionar la importancia del “maestro/a”… el currículum cambiará, el método cambiará, los estudiantes cambiarán, pero siempre se necesitará la voluntad del maestro, su experiencia, su conocimiento, su ánimo, sus enseñanzas para la vida. Su vocación, su profesión, los hace inigualables, y su recuerdo formará parte de nuestra vida.  El maestro no solo enseña, también aprende y lo hace dos veces, en un proceso complementario que se repite continuamente en su actividad, primero aprende para enseñar y después de conocer a sus alumnos y volver a aprender de esa experiencia,  seguir enseñando y de nuevo enseñar, y de nuevo aprender, en un ciclo continuo,  por eso decimos “Enseñar es aprender dos veces”, porque enseñando también se aprende.

Para terminar esta entrada me gustaría dejar un poema (canción) dedicado a los maestros  de Patxi Andión



Con el alma en una nube
y el cuerpo como un lamento,
viene el problema del pueblo
viene el maestro.


El cura cree que es ateo
y el alcalde comunista
y el cabo jefe de puesto
piensa que es un anarquista.


Le deben treinta y seis meses
del cacareado aumento
y el piensa que no es tan malo
enseñar toreando un sueldo.


En el casino del pueblo
nunca le dieron asiento
por no andar politiqueando
ni ser portavoz de cuentos.


Las buenas gentes del pueblo
han escrito al menestrerio
y dicen que no está claro
cómo piensa ese maestro.


Dicen que lee con los niños
lo que escribió un tal Machado,
que anduvo por estos pagos
antes de ser exilado.


Les habla de lo innombrable
y de otras cosas peores,
les lee libros de versos
y no les pone orejones.


Al explicar cualquier guerra
siempre se muestra remiso
por explicar claramente
quién venció y fue vencido.


Nunca fue amigo de fiestas
ni asiste a las reuniones
de las damas postulantes,
esposas de los patrones.


Por estas y otras razones
al fin triunfó el buen criterio
y al terminar el invierno
le relevaron del puesto.


Y ahora las buenas gentes
tienen tranquilo el sueño
porque han librado a sus hijos
del peligro de un maestro.


Con el alma en una nube
y el cuerpo como un lamento,
se marcha el padre del pueblo,
se marcha el maestro. (Patxi Andión)



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